LOS ARBOLES DE UNIFORME.

LOS ARBOLES DE UNIFORME.

 

Muchas veces he interrogado a los especialistas sobre la razón por la cual se pintan los árboles de blanco. En ningún caso obtuve una respuesta valedera de este fenómeno tan difundido en todos nuestros municipios, escuelas, y cuanto lugar se suponga deba presentar un “aspecto agradable y ordenado”.

Los que no somos entendidos en estas ciencias agronómicas creíamos que el objetivo principal era el de combatir hongos y hormigas. Sin embargo nada de eso es correcto, dado que la cal solo blanquea todo aquello que ha tenido la osadía de ser de otro color. El efecto posterior a la pintura de los árboles es singular. Sentimos la sensación de prolijidad y que alguien se ha ocupado por hacernos más grata la vida. Todo vuelve a estar en orden: los niños de blanco, los arboles de uniforme, los uniformes de uniforme.

Dentro de nuestras cabezas ya casi no queda ninguna neurona que nos interrogue sobre este fenómeno cultural, y que no es agronómico. Lo uniforme nos parece natural, lógico y casi deseable. Pero la persona humana es incorregible y nunca falta un niño o un loco o alguien anormalmente cuerdo que nos interroga. ¿Por qué se pintan los árboles?

Usted puede utilizar una respuesta sencilla y clara diciendo, enfáticamente y como si cayera de maduro: “Porque queda lindo”, o algo más sarcásticamente (y sin respeto por el trabajo del otro): “¿No ves que así los municipales hacen algo?”.

Pero usted puede complicarse un poco más e intentar la siguiente explicación: “Hijo, los árboles se pintan por miedo”. Tenemos tanto miedo a las cosas distintas, diversas, diferentes que permanentemente tratamos de uniformarlas. Cuando se pinta del mismo modo – innecesariamente – un quebracho, un lapacho, un palo borracho o cualquier otra especie de las que abundan en las calles de nuestros pueblos y ciudades, estamos transformando y uniformando lo que es diverso, diferente, distinto.

Ocultamos con un uniforme lo distinto. Ocultamos con un uniforme calzoncillo de cal, la impúdica diversidad de los árboles. Lo más grave es que nuestro corsé mental nos hace creer que ello es lindo y normal.

Los dejo, debo pasar una mano de cal a mis neuronas y salir a pasear, sin preguntar, entre árboles uniformados.

 

Fuente : Diario Norte - Chaco.